El acto de ver es un acto previo a la acción y en esta producción el acto de ver se vuelve intervención participativa, ver es prever, así la previsión se ha convertido en un acto que simula, un sueño en vigilia de una población de objetos, que le miran a uno cara a cara.
En la calle predomina la comunicación social y lo que define o no la esteticidad o valor estético de lo que se ve, lo determina su funcionalidad "comunicativa", es decir, su facultad para establecer un rápido nexo entre su expresión y el transeúnte.
La muerte del individuo a partir de la disolución del sujeto en el flujo del pensamiento colectivo o en red. La supresión del yo a favor de la intersubjetividad. La imaginación colectiva no debe entenderse como una fusión de las inteligencias individuales, en una especie de amalgama amorfo, si no, por el contrario, como un proceso de crecimiento, de
diferenciación, de proliferación, y de singularidades de rebote mutuo. Fruto de creación de unidades semi-simples que interactúan de forma más compleja, (no lineal) Ya no es sólo fruto de un artista o productor, si no como un proceso dinámico y emergente, donde el resultado final no siempre es deducible y a veces se torna, impredecible.
Aventurarse a la pérdida del transeúnte, del paseante, por la del usuario, para reparar en otra perdida la del YO individualista o pastiche por el ser social, humanizar a partir de la mirada y la acción, enseñarle al hombre a ser mas humano. Producción artística que es obra / objeto, que se inserta en las calles así como en las casas, oficinas o escuelas, y tienen como catalizador la experiencia, la experiencia generada a partir de la intervención del usuario en la pieza, además la experiencia generada en el YO, en la apropiación de un nuevo modelo y su sublimación. Dentro de un espacio digital o físico, la acción de la interacción como el elemento central en esta producción artística.
Aquí el acto liberador del arte y la producción artística, el acto de la pérdida o exaltación del YO
Ya no existe ante esta postura pastiche ningún YO fuera del que se construye en un ambiente social, cobra sentido así la sustitución, la simulación y el simulacro, prometiendo una nueva manifestación del yo, En una producción
autopoietica el YO, o el NOSOTROS se comunican a partir de la obra, se reflejan para dejar verse, muchas veces en actos íntimos que como consecuencia mostraran la pieza, la obra, en esta creación colectiva.
A medida que las relaciones sociales se convierten en oportunidades para la representación, se disipan los límites entre el YO real y el que se presenta a los demás, el YO retrocede y se hace hincapié a la forma sin distinguir entre aquel y éste.
En su conjunto, se presencia un emergente escenario exploratorio y tentativo donde se difuminan las definiciones y funciones de artistas, agentes culturales, instituciones, público y/o usuario, en la consecución de nuevas propuestas.
capaces de sintonizar y transmitir la pulsión del presente. Ver cómo paralelamente las artes menos afectadas por las herramientas digitales también se ven influidas por los nuevos planteamientos artísticos y las nuevas prácticas, de las cuales sin duda derivarán nuevas definiciones del arte y su práctica.
La autopoiesis en las artes trata el sistema de producción como un sistema mínimo, caracterizando su modo básico de identidad en red que lo autorrefencia y lo genera como cerrado a el entorno arte y abierto al contexto del cual participa con los elementos autor, espectador, contexto, obra difusos y entrelazados entre sus distintas relaciones o formas de interacción.
La personalidad individual desaparece y cada individuo empieza a actuar a partir de una fuerza inconsciente de tipo social o colectivo. Queda así al descubierto una base inconsciente común en donde a veces la moral de la multitud puede ser superior a la individual, esfumando y masificando al YO por el ideal de la masa, encarnado en el objeto.
Donde el objeto es estético, insertado dentro del entorno urbano o público.
El arte es un reflejo del tiempo en el que se inserta; Multiplica las representaciones y las interrogantes del individuo ante sí mismo y su entorno. La producción artística, a inicios del siglo XXI ha cambiado, y replantea su existencia, a partir de la colectivización, o la generación de redes que nacen y se destruyen, dislocando el enfoque tradicional del objeto de arte. Hecho por un autor y dirigido a un público espectador. El artista es, en ese caso, también un articulador de colaboradores, reunidos en un proyecto fuera del estudio tradicional, con nuevas relaciones y condiciones de trabajo, que cuestionan la naturaleza y el sistema de arte, producción, mercado e institución. Formando un sistema de producción autopoiético, en los comportamientos colectivizados , al manejar la no autoría, el espectador como creador, colaborador y obra. Diluyendo los límites entre obra, autor, espectador y espacio de exposición, en procesos cíclicos carentes de individuos que plantean una nueva postura del YO.
Lo colectivo como premisa y no como sentido o punto de llegada: es decir, no tanto como subsistencia de una forma de intervención determinada y adecuada a un período, sino también como ese "resto" que surge de un esfuerzo de escucha y traducción renovadas. No sólo como coordinación de actividades y consignas, sino también como condición cuidada para el despliegue de una nueva percepción, sin esquemas a priori sobre las formas mismas del agrupamiento. Lo colectivo como nivel de la producción política, como desarrollo de la cooperación, y a la vez como mutuo acompañarse en la experiencia. Tampoco se trata de fórmulas de grupo, sino de elaborar claves y preguntas, intervenir sobre las situaciones para reelaborar, en fin, lo colectivo mismo. Lo colectivo-comunitario es siempre un desafío de apertura respecto del mundo. No meramente un mirar al "exterior", en los términos de la topología clásica dentro-afuera, que distinguiría un "adentro comunitario" y un "afuera exterior", sino más bien lo colectivo como complicidad en la aventura de convertirse en una interfaz situacional en el mundo. Los colectivos, no tanto como grupos de agitación (o en su opuesto, de autoayuda) sino como instancias vivas de elaboración. No tanto un activismo del moverse, cuanto una nueva eficacia en la participación, con tonos variados y variables del proceso.
El usuario espectador, productor, altera e influye en el sistema. La muerte del individuo a partir de la disolución del sujeto en el flujo del pensamiento colectivo o en red. La generación de RIZOMAS.