¡Si al menos pudiera sentir algo!
La huida del sentimiento, o el devenir soledades
La huida del sentimiento, o el devenir soledades
El culto al deseo y su satisfacción inmediata. Un Yo como un conjunto imprevisto sin esencia. Ante la desubstancialización, la anarquía de los impulsos. El cuerpo disponible para cualquier experimentación. Como conciencia se vuelve flotante, deslocalizado en manos de la masa social. Con un malestar difuso que lo permea todo. Un sentimiento de vacio interior y de absurdo de la vida. Una incapacidad para sentir las cosas y los seres, vacio emotivo, como estrategia del vacío. Cada vez aspiramos mas a un vacio emocional, para evitar los riesgos de las relaciones interpersonales, y relaciones interindividuales sin compromiso profundo, No sentirse vulnerable, desarrollar la independencia afectiva para aprender a vivir solo. Enfriar el sexo, expurgarlo de cualquier tensión emocional, para llegar a un estado de indiferencia, de desapego, una defensa a los afectos e impulsos que amenazan el equilibrio interior.
Entronizando el sexo, el placer, la autonomía, la violencia espectacular, en una prohibición del sentimiento; oponer al vacio el afecto en la búsqueda de la experiencia emotiva, en la realidad individual, sin el otro. Frio y preciso para ser erótico, demasiado exagerado y absurdo para funcionar como pornografía, ante los sentimientos incómodos de complicidad al leerlos.
El corazón como la representación del sentimiento, la estrella roja de cinco puntas como la usada en los movimientos de izquierda. La censura representada con la eliminación de los genitales, en carteles publicitarios relacionados a la industria sexual. En un espacio donde la genitalidad se vuelve el modus y el SER. Regresar al corazón, como el centro del SER tanto espiritual como físico, el todo, porque es donde reside el entendimiento.
La confusión de la sombra por la sustancia, en un aspecto físico-genital, proponer ante la genitalidad el afecto simbolizado por el corazón. La estrella como presencia de lo divino. La aspiración, la luz. Que se vuelca en el corazón y cuestiona el bloqueo de los afectos ante la genitalidad con la frase “SENTIR”. E invade el espacio hasta culminar en el relato de los afectos.
Descripción formal:
Intervención de los carteles del CINE NACIONAL, cubriendo los genitales de las mujeres que están censuradas con estrellas rojas, colocando corazones rosas, y en algunos carteles colocar estrellas rojas con el texto SENTIR, en el lugar del corazón; El piso, las escaleras y en algunos sillones estarán intervenidos por estrellas rojas con texto SENTIR; Dentro del baño se colocaran a la altura del pecho sobre el mingitorio estrellas rojas, y sobre las puertas de entrada para los baños, corazones rosas. En las mismas puertas pero del lado interior del baño se colocara el texto: ¡Si al menos pudiera sentir algo!. De color rosa; En el pasillo de entrada al cine antes de llegar a la caja, se colocaran dos relatos sobre un encuentro sexual desde una perspectiva afectiva.
Relatos:
L
Creo que siempre voy a recordar a L., ya que siempre se preocupó por que yo sintiera, disfrutara pero esa paciencia en contraste me hizo verlo muy frio, mental; ese conocimiento que tenía de tocar y de saber que partes tocar para hacer vibrar me fueron pareciendo que como un músico que aprende la técnica y se escucha bien pero que le hace falta pasión ese algo que en el acto no hubiese interrogante de entrega. Siempre fue muy creativo en los encuentros pero a la larga me pareció que él era muy contenido por estar pendiente a mi goce a que no cupiera la menor duda de que él era un buen amante. Pero también lo recuerdo porque con él tuve mi primer orgasmo ese lapso de irse y pensé en un símil de cómo platicarle lo que había sentido y era parte en ese momento del universo, el universo éramos todos y todos uno. Y recuerdo esa gran sonrisa de sentirse satisfecho por haberme dado ese goce.
ANONIMA
Relatos:
L
Creo que siempre voy a recordar a L., ya que siempre se preocupó por que yo sintiera, disfrutara pero esa paciencia en contraste me hizo verlo muy frio, mental; ese conocimiento que tenía de tocar y de saber que partes tocar para hacer vibrar me fueron pareciendo que como un músico que aprende la técnica y se escucha bien pero que le hace falta pasión ese algo que en el acto no hubiese interrogante de entrega. Siempre fue muy creativo en los encuentros pero a la larga me pareció que él era muy contenido por estar pendiente a mi goce a que no cupiera la menor duda de que él era un buen amante. Pero también lo recuerdo porque con él tuve mi primer orgasmo ese lapso de irse y pensé en un símil de cómo platicarle lo que había sentido y era parte en ese momento del universo, el universo éramos todos y todos uno. Y recuerdo esa gran sonrisa de sentirse satisfecho por haberme dado ese goce.
ANONIMA
Chocolatito
Era época navideña, ya sabes los regalos, los buenos deseos, los chocolates…Si, un amigo llevó chocolates al trabajo y nos regaló a él y a mi uno en forma de Santa Claus, tridimensional, voluptuoso, macizo y no sé que otras cosas más. Esa noche caminamos a casa con los obsequios y los buenos deseos. Ya en la habitación pusimos música para viajar un poco, encendimos las parafinas y hubo un poco de charla, luego siguieron las miradas dilatadas, los besos suaves que poco a poco se fueron prolongando, las lenguas empezaron a acariciarse con mayor profundidad con más deseo, haciéndose cada vez más ardientes; las respiraciones de cada cual se fueron agitando, las manos se posaron en la piel que no alcanzaban para acariciar por completo, los jadeos, el vaivén de los cuerpos, la compenetración de uno en el otro. Sus caricias me tenían completamente en estado de humedad, deseándolo con más intensidad. Suplicando que me hiciera parte y todo de él.
Tomándose su tiempo, acarició mi piel largamente, mis zonas erógenas, mirándome con sus ojos risueños, me penetró suavemente, me dejé llevar por el aroma que exhalaba su piel y disfruté cada movimiento. De pronto, no sé como surgió en mí la idea y me detuve para proponer un momento dulce. Le pregunté: si le gustaría probar el chocolate, a lo cual respondió que si. Lo sacamos de la bolsa, le quitamos la envoltura, desprendiendo un olor delicioso invitando a saborearlo, chuparlo, morderlo, entre otras cosas que puede dar la imaginación. Así pues, empecé a lamer el chocolate suavemente, metió mis dedos en su boca, los lamió, los llevó después a la mía. Nos besamos nuevamente, iniciando un triángulo amoroso: él, yo y el chocolate. Le sugerí frotar mi clítoris con el chocolate y él lo hizo con suavidad, aumentando el ritmo paulatinamente, lo empujó hacia mis labios que se abrieron para succionarlo vaginalmente. El placer se hizo cada vez mayor, la cabeza del Santa tocó una y otra vez distintos puntos que me hicieron gemir sin parar. Él divertido me miraba y se contagiaba de mi estado de excitación; me besaba apresuradamente, de pronto empezaron a salir borbotones de chocolate por mi vagina y al querer sacar el chocolate se rompió de golpe, la cara de sorpresa de ambos acompañada de unas largas carcajadas, seguida de una leve preocupación de cómo sacarlo, yo un poco desconcertada de tenerlo dentro, entonces él quiso sacarlo con sus dedos, al no lograrlo empezó a succionarlo, a lamerlo, el chocolate derretido seguía emanando hacia las sábanas, las cobijas, el colchón, después se combinó con el semen, los fluidos y todas esas cosas dulces que resultan del amor. ¡Ah que rico!
ANONIMA
No la primera, sino la segunda pareja sexual
Tener la libertad de un encuentro casual. Un encuentro casual. Atracción física, baile y roce de cuerpos como preámbulo. Sudores, humores y miradas cruzadas entre tanta gente que sigue el ritmo con la maestría de la sangre tropical. La mente fraguando, decidiendo, enviando y recibiendo señales. Sentir. Oler. Tocar. Acercamientos y escabullidas.
Sexo fuerte con quien quieres, cariñoso quien es nueva pareja. Casual.
-No quiero separarme de tí ni un momento.
—Qué bien se sienten tus manos.
—Qué bien se siente tu cuerpo.
Qué lindo que se encuentre un cuerpo con otro y descubra el modo exacto de encontrarlo, de explorarlo,
Preámbulo incierto. Encuentro casual. Impresionante. Sorpresivo. Inminente. Cariñoso. Físico. Tierno. Liberador.
ANONIMA
Pero qué bonito es quererse
Con una molestia revuelta ubicada en incierto lugar pensaba en cuánto odiaba el aroma de cada uno con el que había estado. Entre caras grasosas, lenguas punzantes rompiendo burbujas de baba contra mi oreja y esa enajenación pélvica, como que a mí me daba asco y prefería estudiar la situación desde fuera, como mero espectador. Debía ser capaz de encontrar aquel personaje tan bueno que valiera cada fallido encuentro; el problema era que esa molestia inicial había mutado en dolor con forma de hueco entre las costillas, amenazando con comerme.
Harta de pensamientos insatisfechos, tomé Tabú, una película porno que nunca devolví. Con actitud animosa explore los puntos que había deseado alguien hiciera. Eso tal cual debía ser y no otra cosa, esa sensación, ese cuidado.
Mientras las ideas bailaban, embravecidamente me excitaba; de ahí en adelante nada menos que eso. Me consentía y pensaba en la raíz de mis problemas, «¡Quítate, Bruno!» debí exigir; «Despacio, me lastimas»; «¡No quiero!»; yo sudaba y daba vueltas; «Ale, de otra forma nos irá mejor»; enloquecía; «Eres un pendejo»: lo máximo, eso era un orgasmo. Loca de risa y toda babeada pensé «pero qué bonito es quererse».
Cintia
SIN DIOS
Siempre me pareció un ser de lo más original, único y bello, el con sus ojos que te podían hundir en un delirio de realidad. Siempre dormíamos juntos, una noche el comenzó a tocarme, en una exploración de reconocimiento adolescente. Yo sin conocer la sexualidad también me excite. Comenzo a hacerse un ritual diario, tocarnos en la oscuridad. Sentirnos unidos a partir de la masturbación.
Una noche culminamos con la penetración. Yo quería besarlo tocarlo por todas partes, sentir la necesidad de unir los labios y fundirnos, pero nunca pude hacerlo. Solo nos limitamos a la penetración, y a sentirnos bien. Aun no lo olvido y siempre observo sus labios, y me cuestiono si alguna vez nos besaremos. Y qué pasaría si nuestra intimidad se viera libre de los lazos familiares.
ANONIMA
¡Si al menos pudiera sentir algo!